Los invernaderos de Granada inician la campaña 2024/2025 adentrándose en la comercialización de productos como el pimiento, tomate, pepino, calabacín o la berenjena. De esta forma, durante el período estival se trabaja en la adecuación del suelo para la nueva temporada. Cultivos como el tomate han comenzado ya a dar y comercializar sus primeros frutos, tras el proceso de solarización, limpieza y siembra de sus distintas variedades. En este sentido, la ‘vuelta a la rutina’ de los invernaderos solares de la provincia se hace de forma paulatina, creando el espacio idóneo para que las hortalizas crezcan de forma saludable y sostenible, alimentadas por la energía del sol.
El proceso de solarización, consistente en la cobertura de suelo para controlar la aparición de patógenos, permite la limpieza de este para propiciar, así, el crecimiento de frutos sostenibles medioambientalmente, además de sabrosos, saludables, seguros y preparados para abastecer a miles de europeos durante los meses más fríos del año.
Esta es una de las principales características de la producción en invernaderos solares sobre la que trabaja el programa ‘Es de Invernadero. Frutas y Hortalizas Sostenibles de Europa’’, una campaña de promoción con el objetivo de dar visibilidad a un modelo de producción responsable y equilibrado en materia social, económica y medioambiental, que inicia su segunda anualidad. Así, a través de la difusión de este modelo, HORTIESPAÑA continuará mostrando las bondades de la horticultura bajo invernadero de las principales provincias productoras de frutas y hortalizas sustentables en Europa.
Este año se prevé comercializar 4,1 Millones de toneladas entre las provincias de Almería y Granada sobre todo de pimiento, tomate, pepino y en primavera sandía (625.000 toneladas). El mercado de exportación supone el 65% del total vendido, siendo los principales clientes: Alemania (33% del total vendido al exterior); Francia (13%), Países Bajos (12%), Reino Unido (11%) y Polonia (5,5 %). La la superficie de cultivo bajo invernadero en estas dos provincias alcanzará las 37.000 hectáreas durante la campaña 2024/2025, lo que equivale a más de 80.000 campos de fútbol, aproximadamente.
Este proceso de producción, además, determina los tiempos y marca las reglas del sector agroalimentario, basándose en pilares fundamentales como el respeto ambiental o la seguridad alimentaria. Así, los invernaderos solares del Sur de Europa alimentan cada año a más de 500 millones de personas en el continente, dando respuestas a las necesidades de los consumidores, respondiendo a todas las cuotas de mercado y, por supuesto, estableciendo las bases del futuro de la agricultura mundial.
A través de la convivencia de técnicas tradicionales del sector agrícola y los novedosos avances en tecnología, los invernaderos solares del sur de Europa constituyen un modelo eminentemente social en el que más de 15.000 familias trabajan en una extensión de más de 56.100 hectáreas. En este sentido, los invernaderos solares generan más de 70.000 empleos directos en el Sur de Europa, abarcando a más de 120 nacionalidades diferentes.De esta forma, el sector aglutina a profesionales de diferentes ramas y con formaciones distintas, permitiendo garantizar, a su vez, el relevo generacional y creando un espacio atractivo para desarrollar la carrera profesional de los más jóvenes.
Los invernaderos solares se caracterizan, además, por el empleo de cubiertas logrando proteger a los cultivos de las condiciones ambientales, captando una mayor energía y creando un microclima específico que ha logrado producir más con el empleo mínimo de recursos. Avances como los enarenados, variedad en el empleo de semillas, cubiertas de plástico, riego por goteo, captación del agua de lluvia, ventilación natural o el control biológico de plagas han traído como resultado, entre otras mejoras, una huella hídrica 20 veces menor que los cultivos al aire libre. En estas zonas, además, la horticultura intensiva en estas estructuras de cultivo ha contribuido la reducción de la temperatura media anual en la zona y cada hectárea absorbe 10 toneladas anuales de C02.